Monopoly

“Monopoly”: lo que nunca le contaron sobre su origen

Elizabeth Magie Phillips mostrando “The Landlord’s Game”. Fuente externa|

Comúnmente se asocia a Charles Darrow como inventor del Monopoly, pero la verdadera mente maestra fue la periodista y escritora Elizabeth Magie Phillips. Gracias a ella, en 1902 llegó al mundo “The Landlord’s Game” o el Juego del Propietario con el que buscaba demostrar las consecuencias del sistema de concentración de tierras de su época.

«Bien podría haber sido llamado el Juego de la vida, ya que contiene todos los elementos del éxito y el fracaso en el mundo real, y el objeto es el mismo que parece tener la raza humana en general, es decir, la acumulación de riqueza. En el juego se utiliza dinero, escrituras, hipotecas, pagarés y otros títulos de propiedad; se compran y venden parcelas; se cobran alquileres; se toma prestado dinero (ya sea del banco o de particulares) y se pagan intereses e impuestos. También está representado el ferrocarril, y quienes hacen uso de él están obligados a pagar el pasaje. Hay dos franquicias: el agua y la luz», explicó Magie a la revista The Single Tax Review en ese mismo año.

Un mismo juego, dos posibilidades

De acuerdo con la economista e investigadora Kate Raworth, la particularidad del juego era su doble set de reglas. “La inventora quiso abrir un debate entre los jugadores que podían elegir y cambiar de uno a otro reglamento en cualquier momento de la partida siempre que se pusieran de acuerdo”.

“El primero consistía en que, cada vez que un jugador adquiría una propiedad, todos los jugadores ganaban algo, y el juego concluía cuando el jugador que partía con menos fondos lograba duplicar su riqueza. Esta versión del juego obedecía a la teoría que defendía Elizabeth de que la propiedad de la tierra debía compartirse, mediante el pago de impuestos que revirtiesen en el conjunto de la sociedad”, explicó Raworth en un artículo publicado en la revista Aeon.

También agregó que “el otro reglamento, al contrario, establecía como prioritario acaparar el mayor número de propiedades y empobrecer a los demás jugadores cada vez que pasaban por ellas, mediante el pago de tasas. El ganador, por su puesto, era el que acumulaba más riquezas y dejaba desplumados a los demás”. 

La base teórica del juego la sembró el padre de Elizabeth, James Kingsley Magie (1827-1893), quien era militante antiesclavista y fiel seguidor del economista Henry George.

De The Landlord’s Game a Monopoly

The Landlord’s Game se creó en 1902, sin embargo, no fue sino hasta 1906 que Magie logró comercializarlo. Cuatro años más tarde, el juego ya era bastante conocido “entre georgistas, cuáqueros y estudiantes de centros superiores como la Escuela Smith de Northampton (Massachusetts), la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT en sus siglas inglesas) o la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania, donde el profesor Scott Nearing (1883-1983) lo empleaba en sus clases de economía y sociología”, según explica la Universidad del País Vasco

Como consecuencia del relativo éxito, las imitaciones del juego se reprodujeron como conejos. En vista de ello, Magie le propuso en varias ocasiones a la Parker Brothers que comprara los derechos, mas no obtuvo respuesta positiva de parte de la compañía. 

Tres años más tarde, Charles Darrow cambiaría el nombre a Monopoly y las reglas del juego original. Luego de patentarlo como suyo, vendería la idea a Parker Brother (PB) quien muy gustoso aceptaría y lo convertiría en uno de los juegos de mesa más vendidos de la historia. 

“Elizabeth Phillips no tuvo otra opción que llegar a un acuerdo con PB, por el cual cedía todos sus derechos sobre The Landlord’s Game (incluidos los de la patente en vigor) a cambio de unos exiguos 500 dólares y, asimismo, se comprometía a diseñar para la empresa dos nuevos juegos (publicados con escaso éxito en 1937): “Bargain Day” (Día de rebajas) y “King’s Men” (Hombres del rey)”, describe la Universidad del País Vasco.

Tras el rotundo éxito de Monopoly, el nombre de Elizabeth como autora de la idea original casi desaparece hasta que el profesor de economía Ralph Anspach “creó “Anti-Monopoly”, un juego de mesa donde la estrategia se basaba en la competición entre monopolistas y pequeños empresarios”. Al año siguiente entró en una batalla legal con la PB por derechos de autor. Al final, Anspach ganó y le recordó al mundo quién fue la autora original.

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